Cuando sobrevolamos Madrid —ya sea en avión o con una imagen satelital— salta a la vista una oportunidad energética que aún no hemos aprovechado del todo: miles de tejados urbanos vacíos, expuestos al sol la mayor parte del año. En una ciudad con más de 2.700 horas de sol anuales, la instalación de placas solares no es solo una opción lógica, sino una necesidad estratégica para avanzar hacia un modelo más sostenible, autónomo y descentralizado.
De hecho, cada vez más personas y organizaciones están apostando por el autoconsumo. En este contexto, Cambio Energético en Madrid se ha consolidado como un referente en el diseño e instalación de sistemas solares tanto para viviendas particulares como para comunidades de vecinos y empresas. Su labor está contribuyendo activamente a transformar tejados desaprovechados en auténticas fuentes de energía limpia, adaptadas a las necesidades específicas de la capital.
Un mar de tejados esperando el sol
Madrid cuenta con decenas de miles de edificios residenciales, centros educativos, naves industriales, aparcamientos y equipamientos públicos que reúnen condiciones ideales para albergar instalaciones fotovoltaicas. El problema no es la falta de espacio, sino de voluntad, información y coordinación.
Un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que más del 50% de las cubiertas en zonas urbanas podrían ser utilizadas para producir energía solar. Sin embargo, en ciudades como Madrid, el nivel de aprovechamiento real sigue siendo mínimo si lo comparamos con el potencial disponible.
Madrid tiene sol… y desperdicia su energía
Aunque la Comunidad de Madrid ha avanzado en autoconsumo, la capital aún va por detrás de otras regiones más activas en energías renovables. Mientras que zonas como Valencia o Andalucía han experimentado un auténtico “boom solar”, Madrid crece a un ritmo más lento, especialmente en el ámbito urbano.
Y, paradójicamente, Madrid tiene todo a su favor:
- Una irradiación solar media de entre 4,5 y 5,0 kWh/m²/día.
- Amplia superficie disponible en cubiertas planas.
- Ayudas y subvenciones públicas activas.
- Mayor demanda energética por densidad poblacional.
Lo que falta, muchas veces, es una visión colectiva que entienda el tejado como un activo energético común, no solo como una superficie pasiva o decorativa.
De vecinos a productores de energía
El auge del autoconsumo compartido está comenzando a cambiar esta visión. Las comunidades de vecinos en Madrid ya pueden instalar placas solares en su edificio y repartir la energía generada entre los distintos hogares, ajustando los porcentajes de consumo de forma flexible.
Empresas como Cambio Energético Madrid ofrecen acompañamiento técnico y legal en todo el proceso: desde el diseño del sistema hasta la gestión de subvenciones y la tramitación con la distribuidora eléctrica. Esta figura de “partner energético” es clave para desbloquear el potencial solar de muchas comunidades que, hasta ahora, veían la fotovoltaica como algo complejo o inaccesible.
Más allá de lo residencial: tejados públicos y comerciales
No solo los bloques de viviendas tienen un papel importante. Madrid dispone de un parque público inmenso que podría liderar esta transformación: colegios, polideportivos, mercados municipales, centros culturales… muchos de ellos con grandes cubiertas que permanecen inactivas energéticamente hablando.
Lo mismo ocurre con tejados de naves industriales o centros logísticos, donde el consumo eléctrico es elevado y la amortización de los paneles aún más rápida. El sector comercial —cada vez más comprometido con objetivos ESG y huella de carbono— tiene aquí una oportunidad tangible de combinar rentabilidad y sostenibilidad.
¿Qué pasaría si lo activáramos todo?
Imaginemos por un momento que el 40% de los tejados útiles de Madrid se equiparan con placas solares. El impacto sería gigantesco:
- Se podrían generar cientos de gigavatios-hora al año, compensando buena parte del consumo residencial de la ciudad.
- Se reducirían significativamente las emisiones de CO₂ vinculadas a la generación eléctrica.
- Se descentralizaría el sistema, haciéndolo más resiliente y menos dependiente de grandes infraestructuras.
Pero sobre todo, se generaría una conciencia ciudadana diferente: una en la que el vecino, el comerciante y la administración local se convierten en parte activa del sistema energético, no solo en consumidores pasivos.
El cielo ya no es el límite, el tejado tampoco debería serlo
Madrid tiene un reto por delante, pero también una oportunidad brillante —literalmente—. Aprovechar el potencial de sus tejados significa reducir costes, crear empleo verde, mejorar la calidad del aire y avanzar hacia una ciudad más justa y autosuficiente.
El sol ya está ahí. Solo hace falta decidir si lo dejamos pasar o lo convertimos en energía para todos.





